Desde la clandestinidad descubierta

12/3/09

Más allá de la comprensión, de la razón, incluso de lo poético. No hay espacio para negativas de ningún tipo y tampoco para contriciones. Una decisión impulsiva y compulsiva como fue ponerte mi corazón en tus manos sin poder inferir tu posterior reacción, con la incertidumbre de no saber  lo que harás con ese baúl de sentimientos. Cierro mis ojos y espero.


Cuando el artista coloca su corazón en las delicadas manos de su musa sólo tiene dos opciones: asesinarla sin dejar huellas y partir lejos ya sin emociones o amarla hasta el infinito sin importar lo que pasase. Discúlpame, perdóname por haberme enamorado perdidamente de ti.

No pretendo alejarme si bien acercarme sería mortal en este momento. Vigilaré de lejos cada uno de tus pasos, de tus gestos, de tus sonrisas, de tus lágrimas, de tus pensamientos, de tus sístoles, de tus diástoles. Hasta que llegue el instante de mirarte de nuevo a los ojos, hasta que me anheles en las noches y me conviertas en protagonistas de tus sueños, hasta que te haga entender de una vez y para siempre que estamos predestinados a estar juntos por los siglos de los siglos, desde la clandestinidad descubierta.

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