Entre rosas y cigarros

13/3/09




La chispa del yesquero calienta mis manos heladas como la nieve, heladas como si se tratasen de dos témpanos de hielo. Estoy sudando, sudando frío. Revive cada cadáver de recuerdo que revienta mis tímpanos con cada grito de su canción de silencio, con su melodía inexistente que me molesto en reinventar una vez más. Sopranos del silencio, tenores del vacío.


El calor del cigarro penetra mis pulmones matando para siempre la potencia de mi voz, intentando emular al calor de tu aliento, al sabor de tus besos de ron y nicotina, al perfume con nombre impronunciable que ahora debe esparcirse por la camisa de tu amante de turno.       

El humo del cigarro sale de mi nariz tupida y de mi boca sin palabras, oscurece mi vista intentando opacar tu imagen inmortal, intentando llenar un vacío que siempre ha sido vacío. No es correcto crear sueños sin bases ni fundamentos, no es correcto intentar despertar cadáveres de recuerdos, intentar abrir puertas que han sido cerradas hace tanto tiempo.

Estoy tranquilo, los latidos de mi corazón desaparecieron como por arte de magia. No hay corazón, no hay latidos. La revolución se inicia, el corazón crea una coraza de hierro y una máscara de farsas. La revolución se inicia: la revolución de los corazones rotos y de los sueños malditos.

Amargo como tu piel, tal delicado como el cristal, sueños de papel que se queman entre llamaradas de lágrimas. El cigarro convierte el aroma de aquellas rosas de antaño en no más que cenizas.  ¿Cómo una rosa y un cigarro pueden marcar un destino?

El libro de vida se abre al azar justo en la página que llevó tu nombre, escribiendo con tinta vieja y con pluma gastada, con el cigarro en la mano y una rosa colocada en las ruinas de mi alma.

¡Palabras del alma!, ¿recuerdas mujer? Historias de sonrisas y de muñecas de trapo, historias que se lamentan y lloran por sí solas, lágrimas que indican que lo que pudo haber sido nunca lo será. Elixir inflamable que amenaza renacer, rondas en las llamas del pasado que salieron de control.

Aquí estoy, aquí me presento. Estás intacta, inmutable, serena y sonriente jugando al futuro.  Mientras tanto, me calcino entre helados recuerdos, escudriñando en el baúl polvoriento que los guarda.

El cigarro se consume produciendo sus últimas cenizas, la rosa se desprende de sus últimos pétalos. Sólo queda el tallo completamente desnudo, con sus espinas indefensas y su raíz muerta y sin suelo.

Estoy tranquilo, sumido en una tensa paz. Rosas, cigarros, tintas viejas pero indelebles, plumas gastadas, palabras del alma, historias de sonrisas, muñecas de trapo. La revolución se inicia: la revolución de los corazones rotos y de los sueños malditos.

Las cenizas desprenden su último calor y se despiden con un destello color naranja. Todo parece haber concluido. Los pétalos vuelan y se confunden con el azul del cielo. Veredicto: culpable e inocente, condenado a una larga y penosa despedida sin debut.
Bañado en sudor frío, entro en mi celda y enciendo un cigarro. ¡No más rosas por hoy!

2 comentarios :

Myself dijo...

excelente blog..

tanto el titulo como las letras...

saludos.

Luis Enrique Medina dijo...

Muchas gracias por el comentario y por leerme!

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